Si antes el Youtuber era aquel que tenía una cámara web en la habitación, ahora, muchos de ellos tienen ingresos de YouTube, proyectos nacionales e internaciones y la última tecnología en cámaras de vídeo, drons, micrófonos y sistemas 3D para crear contenido high definition. Con un entorno más estudiado, una calidad de imagen y sonido más profesional, y una edición más elaborada.
Estamos ante profesionales del entretenimiento, de la comunicación, de la producción audiovisual, que necesitan operar bajo una forma jurídica que proteja suficientemente sus intereses y derechos. Estos Youtubers profesionales acaban convirtiéndose en autónomos o, en algunos casos, creando sociedades mercantiles de responsabilidad limitada. Por otro lado, empiezan a ver la necesidad legal de proteger su marca y sus vídeos, de revisar y negociar contratos con marcas nacionales e internacionales, de controlar su reputación online, imagen y honor tanto online como offline, de llevar la gestión contable y fiscal de la empresa, de estudiar los aspectos tributarios y fiscales de las acciones comerciales, etc.